El programa que presenta en Antena 3, Esta casa era una ruina, ya va por su tercera temporada con gran éxito de audiencia. “Regalamos una nueva vida, así que recibimos muchísimas peticiones”, comenta Jorge Fernández.
El premio para la familia ganadora consiste en reformar completamente su casa y renovar todo su interior. Es difícil elegir: “Hay situaciones desesperadas. Hacer el casting es complicado, porque todos se merecen ganar”. El ex Míster España es la cara visible de “un equipo lleno de gente buena y con mucha ilusión por el trabajo bien hecho. Cada uno se vuelca en su tarea: producción, cámaras, subcontratas de obreros… Es un programa tan humano y emotivo que nos sale de dentro el hacerlo bien”. En otras palabras: el entusiasmo y la entrega que todos muestran en la pantalla son reales. “Es imposible hacer un programa como éste si no te lo crees”, dice Jorge. Cada grabación dura exactamente 10 días, durante los cuales el equipo se instala en el entorno de las familias y llega a conocer bien su situación, sus dificultades, sus vecinos, etc. Esto crea, en ocasiones, lazos de unión entre los concursantes y el equipo que se mantienen tras su marcha. Aunque las cosas no siempre son sencillas: “Trabajamos muchas horas, y a veces surgen obstáculos, problemas con las obras... Pero en esos casos nos superamos, porque pensamos en la situación de la familia, y sobre todo en los niños”. Los pequeños conmueven a Jorge de una forma especial. “Soy padre, y eso ha hecho el programa más emotivo para mí. Si no tuviera un hijo, no lo presentaría de la misma forma”, confiesa.
El premio para la familia ganadora consiste en reformar completamente su casa y renovar todo su interior. Es difícil elegir: “Hay situaciones desesperadas. Hacer el casting es complicado, porque todos se merecen ganar”. El ex Míster España es la cara visible de “un equipo lleno de gente buena y con mucha ilusión por el trabajo bien hecho. Cada uno se vuelca en su tarea: producción, cámaras, subcontratas de obreros… Es un programa tan humano y emotivo que nos sale de dentro el hacerlo bien”. En otras palabras: el entusiasmo y la entrega que todos muestran en la pantalla son reales. “Es imposible hacer un programa como éste si no te lo crees”, dice Jorge. Cada grabación dura exactamente 10 días, durante los cuales el equipo se instala en el entorno de las familias y llega a conocer bien su situación, sus dificultades, sus vecinos, etc. Esto crea, en ocasiones, lazos de unión entre los concursantes y el equipo que se mantienen tras su marcha. Aunque las cosas no siempre son sencillas: “Trabajamos muchas horas, y a veces surgen obstáculos, problemas con las obras... Pero en esos casos nos superamos, porque pensamos en la situación de la familia, y sobre todo en los niños”. Los pequeños conmueven a Jorge de una forma especial. “Soy padre, y eso ha hecho el programa más emotivo para mí. Si no tuviera un hijo, no lo presentaría de la misma forma”, confiesa.
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