Cuenta hasta diez
No digas "nunca" ni "siempre"
Hay algunas expresiones que siempre consiguen acabar con el diálogo normal y provocar discusiones explosivas y agotadoras. A nadie le gusta escucharlas: son auténticos detonantes de la hostilidad mutua. Para llegar a acuerdos en pareja conviene evitarlas.
Cuenta hasta diez
“Los culpables de todo como de costumbre son tus padres y hermanos”. “Siempre me dejas sola y abandonada”. “Si me quieres de verdad, sabrás lo que necesito sin que te lo diga”.
Si no quieres que las conversaciones con tu pareja se vuelvan tormentosas y naufraguen sistemáticamente en medio de grandes y agitadas olas de descalificaciones e improperios, antes de pronunciar una de estas frases u otra similar, ¡muérdete la lengua, cuenta hasta diez o haz lo que sea”, pero evita que salgan de tu boca porque te arrepentirás casi de inmediato.
Si deseas que tus discusiones dejen de convertirse en intercambios de opiniones, e intercambios de gritos y resentimientos, deja de lado las expresiones que puedan resultar ofensivas o manipuladoras para la persona a quien van dirigidas, porque lo único que conseguirás es cortocircuitar la comunicación y aumentar la distancia emocional con tu pareja.
Es lo que aconseja la terapeuta de pareja y profesora de yoga Francisca Cuenca, quien afirma que “algunas de las discusiones más frecuentes y encarnizadas se producen por una serie de frases que lanzamos de forma automática e irreflexiva, casi sin darnos cuenta de su contenido e implicaciones”.
Según la experta, “nadie que las escuche suele quedar indiferente, porque en el fondo suponen un ataque muy directo contra la persona que las escucha, a la que se suele atribuir un comportamiento o característica negativa, que parece fija e inamovible y anula a todos los demás aspectos positivos de la persona, como un árbol que oculta al bosque”.
Este tipo de expresiones –señala la terapeuta- a menudo suelen ir precedidas de los adverbios “siempre” (me dejas de lado) o “nunca” (tienes detalles conmigo) o de las palabras “tu eres” (frío, distante, poco expresivo o de una determinada manera), todas las cuales “le niegan al otro la posibilidad de cambiar, de ser o actuar de una manera diferente, lo encasillan, lo reducen a una sola faceta de su personalidad”.
Según Cuenca, pocos términos resultan tan nocivos para la comunicación como “siempre”, “nunca” o “tu eres”, los cuales son indicadores de que se entra en el terreno del blanco o negro, del todo o nada, del bueno o malo, de culpable o inocente, en definitiva en el terreno de los opuestos y los extremos.
Pero lo cierto es que “tanto la vida como las relaciones humanas, son un juego de luces y sombras, de matices, de términos medios y continuos cambios, ajenos a la rigidez y el encasillamiento”, asegura esta terapeuta de pareja.
Según la experiencia de esta especialista, una de las frases más irritantes y habituales, que hacen que la persona que la recibe se ponga a la defensiva y reaccione de manera hostil, contraatacando ante lo que percibe como un ataque, es “tu familia tiene la culpa, es la responsable”, frase cuyo efecto explosivo se ve multiplicado si se la adereza con un “siempre”.
“Atacar a nuestra pareja recurriendo a información sobre su familia es considerado poco menos que una traición y deja un sabor amargo en la relación”, señala Cuenca.
En lugar de soltar una andanada contra los familiares de nuestro ser querido, los cuales son lo más importante para éste, la terapeuta aconseja parar, respirar profundamente y preguntarse sobre qué se está discutiendo realmente y que hay detrás.
Por otra parte –prosigue- “cuando le decimos a nuestra pareja cosas como `siempre me dejas sola o de lado´, la estamos acusando de ser predecible y no atender nuestras necesidades. Aunque ello pueda ser cierto en parte, si se lo recriminamos no ayudaremos a que cambie su actitud”.
Expresa lo que necesitas
En esos casos, según la experta, es preferible solicitarle al otro lo que deseamos con amabilidad: “de ese modo le damos la oportunidad de cambiar y mejorar, en lugar de discutir sobre sus cualidades y criticarlas”.
“Si me quieres, sabrás lo que quiero; si me amas, no hará falta que te diga lo que necesito”, son otras frases incendiarias, según esta experta, que admite que es habitual suponer que la persona que nos quiere tiene la capacidad de leernos la mente.
“Aunque a veces sea posible esa conexión, es más eficaz pedirle al otro lo que uno necesita de forma clara y directa, en lugar de ponerle a prueba, y recriminárselo, a cada momento. Si uno se expresa abiertamente, sabrá si su compañero es o no consciente de nuestra necesidad o simplemente no puede satisfacerla”, señala la terapeuta.
“También vale la pena analizar la razón de que no pidamos lo que queremos: ¿nos resulta difícil, tememos que nos rechacen? A menudo el problema está en uno y no en el otro”, finaliza.
Omar Segura, EFE
0 comentarios:
Publicar un comentario