Un parroquiano acude a un bar y le pide al camarero que le sirva tres cafés. "¿Tres cafés?", se extraña el camarero. "Sí", dice el cliente, "uno para mí, otro para ti y otro para tu puta madre".
Al día siguiente, el mismo parroquiano: "Tres cafés". "¿Tres?". "Sí, uno para mí, otro para ti y otro para tu puta madre". El camarero no aguanta más, salta al otro lado y le da una paliza al cliente. Éste regresa al día siguiente, y el camarero le recibe con ironía. "¿Tres cafés?". "No", responde el lesionadísimo cliente, "no, sólo dos: uno para mí y otro para tu puta madre, porque a ti el café te pone nervioso".
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