Las lágrimas son el
mecanismo que emplea nuestro cuerpo para limpiar y lubricar los ojos. A
pesar de estar compuestas en su mayor porcentaje por agua, incluyen
glucosa, sodio, potasio y algunas proteínas con función antimicrobiana.
Esta sustancia
protectora es segregada por las glándulas lacrimales que se localizan en
la zona superior externa de cada órbita. El acto de llorar se compone
de dos fases, una de secreción de la propia lágrima y otra de drenaje,
que termina en la nariz. Por ese motivo se presenta el llamado ‘moqueo’.
Según un estudio del
Centro Médico San Pablo Ramsey en Minnesota, las lágrimas se clasifican
en tres tipos: las lágrimas basales que mantienen el ojo lubricado y la
córnea húmeda, imprescindible para evitar enfermedades, las lágrimas
reflejas producidas cuando alguna sustancia irrita el ojo, por ejemplo
al cortar una cebolla o cuando entran ‘basuritas’, y en último lugar se
encuentran las lágrimas psíquicas y el llanto en si mismo. Este proceso
responde a situaciones de gran tensión emocional, tales como dolor, ira o
alegría intensa. Estas lágrimas tienen una composición hormonal
diferente a las dos anteriores y responden a la acción del hipotálamo
sobre el sistema nervioso.
Una investigación del Instituto Weizmann de Ciencia de Israel y publicada en la revista National Geographic, ha
revelado que las lágrimas emocionales de las mujeres disminuyen la
excitación sexual en los hombres, pues la composición de este tipo de
lágrimas afecta a la producción de testosterona, debido al envío de
señales químicos, reduciéndose también el comportamiento agresivo.
Fuente: Diario Femenino-ATS Web
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